18 dic 2009

Reflexividad

Hace poco mas de un año que existe este proyecto. No pretendo hacer evaluación del contenido. Como había adelantado en la presentación, la periodicidad de las publicaciones, su contenido, su extensión y su diseño serían producto de lo que en cada momento pudiese o quisiese. Podría haber escrito más, pero unas veces la falta de tiempo y otras la de ganas (el cerebro a veces pide descanso), han hecho que en su primer año de vida, los post no superen el par mensuales. Aún así, no pasa nada, lo cierto es que el número de visitas me sorprende, y el puesto en las búsquedas de google del blog no puede ser mejor. Y aunque el objetivo no era darse a conocer, lo cierto es que siempre anima que lo que te ha costado unas horas redactar, sea leído por alguien.


¿Conclusión? Que seguiré por aquí, por ahora, siguiendo la misma filosofía; publicando cuando pueda, de lo que pueda y de lo que vaya aprendiendo. Aprovecho este inusual post para agradecer a aquellxs que suelan leerme habitualmente (si hay alguien y no todos son lectores puntuales). Felices últimos días del año a todxs, y mejor comienzo de año nuevo, si es posible.

4 nov 2009

Muere Lévi - Strauss

Hace casi un año escribía sobre los 100 años que cumplía esta leyenda, en aquel momento todavía viva, de la antropología. Según leo en los medios, parece que murió en la madrugada del domingo y fué enterrado el lunes. Sus familiares comunicaron su muerte después de estos actos para evitar el revuelo mediático. Algo que el propio Claude habría visto con buenos ojos, vista la política de no conceder entrevistas durante muchos años de su vida.

19 oct 2009

Cuando dar las gracias es de mala educación

Pues si, parece que la evidencia etnográfica, como habitualmente, vuelve a desmontar un concepto que parecería que es universal. Como versa el dicho popular; “de buen nacido es ser agradecido”, pero expresar la gratitud no siempre es conveniente.

El intercambio es una faceta humana universal; en todas las sociedades de todos los tiempos se han intercambiado lo que se ha producido, capturado o conseguido mediante intercambio, sea en el seno del propio grupo o entre grupos étnicos diferentes. Uno de los tipos de intercambio es el conocido como intercambio recíproco (Polanyi habla de tres; recíproco, retributivo y de mercado), y es el que para nuestro ejemplo nos interesa, y además, el tipo de intercambio que más nos choca a los occidentales acostumbrados a vivir en una economía de mercado capitalista.

En el intercambio recíproco “el ciclo de servicios y productos del trabajo no es dependiente de un contraflujo definido” tal como explica Marvin Harris en Introducción a la Antropología General. Es un sistema de intercambio propio de sociedades igualitarias, un ejemplo clásico serían los !Kung que viven en el desierto del Kalahari, donde unos cuantos adultos se levantan por la mañana, se van de caza, y al llegar exponen todo lo que han conseguido y se reparten por igual entre todas las familias del poblado, hayan participado o no en la cacería. No hay normas, ni turnos ni obligaciones que sirvan de guía o referencia para cuándo uno ha de salir o no a cazar. Además, no se le echa en cara a ningún miembro el que por un periodo determinado de tiempo no haya salido a cazar o a recolectar, aunque se supone que si esto se extiende demasiado en el tiempo, se pondría en marcha algún tipo de sanción mística o mágica que la propia comunidad llevaría a cabo de alguna manera. Los “gorrones” no son bien vistos en ninguna sociedad, y estas no son una excepción.

Pues bien, dentro de este sistema, resulta que dar las gracias es un gesto de muy mala educación, parece ser que el exteriorizar este sentimiento de esta manera implica en el individuo algún tipo de cálculo o balance entre lo que se da y lo que se recibe. Además va implícito en el gesto de agradecer que uno no se esperaba que el donante fuera tan generoso. Por ello, a muchos pueblos igualitarios que practican el intercambio recíproco, el dar las gracias o incluso sugerir que han sido tratados generosamente es algo que se les hace casi repugnante, tal como explica Robert Dentan en su estudio acerca de los semai de Malasia central.


Richard Lee aporta una anécdota muy significativa sobre este sentir que le sucedió mientras estudiaba a los !Kung antes mencionados. Como regalo de navidad quiso obsequiarles con el buey más grande que pudo encontrar en la zona. Una vez adquirido el animal, los !Kung no paraban de repetirle que había sido timado al comprar un animal de tan poco valor. No sólo esto, sino que además afirmaban que efectivamente se lo comerían, pero que no los saciaría, y que se irían a dormir a casa con el estómago rugiendo. Meses mas tarde Lee consiguió una explicación por parte de sus informantes sobre esta actitud; la modestia que se espera en las sociedades que practican un intercambio recíproco había sido totalmente violada y los !Kung se lo hacían saber de esta peculiar manera; menospreciando su regalo y sugiriendole que no tenía valor y en último caso no serviría ni para alimentarlos, aunque sabían igual de bien que él lo que había debajo de la piel del animal.

Fuente; Marvin Harris, "Introducción a la antropología general"

25 ago 2009

La evolución y la intolerancia a la lactosa

Hoy toca un apunte de verdad, para hacer honor en algún momento al nombre del blog. Y en realidad podría encuadrarse más en un apartado de curiosidades o un "¿sabías que...?".

Suele darse por hecho que el ser humano puede tomar leche (de otros animales, se entiende) desde que la especie pisó la tierra, y lo cierto es que parece algo intrínsecamente unido, tanto que suele asociarse el ser mamíferos con la capacidad de tomar leche y aquellos que son intolerantes a la lactosa son vistos casi como enfermos, de hecho la Wikipedia lo define como una "afección de la mucosa intestinal". Lo que realmente sucede en estos casos es que el cuerpo no produce la suficiente - o ninguna- lactasa, que es la enzima encargada de digerir la lactosa de la leche, y al no ser capaz de digerirla, pues se tiene una digestión pesada en el mejor de los casos, o directamente se vomita, entre otros síntomas.

Lo curioso del caso es que la antropología y la genética de poblaciones ha descubierto ya hace mucho tiempo que existen de hecho poblaciones, etnias enteras que no pueden digerir la lactosa porque parece ser que esta capacidad fué una adaptación al medio de un grupo muy reducido de personas que vivieron en Europa, se adaptaron a la vida pastoril y a los recursos que ésta la ofrecía, entre ellos la leche de sus animales y sus derivados. Es conocido el caso sucedido entre Brasil y EEUU, cuándo estos últimos se ofendieron muchísimo porque los bresileños no se tomaban la leche en polvo que le enviaban en sus paquetes de ayuda humanitaria. Los nativos no podían digerir la leche y la veían poco más que como meo de vaca, pero a los políticos y administrativos este tipo de detalles, claro, se les escapan por ser para ellos demasiado finos (evidentemente si ellos lo toman, ¿ porque no lo van a tomar unas personas que están pasando hambre?)

Por lo tanto, tal como puede verse en ese mismo artículo de la wikipedia, la intolerancia a la lactosa, o la capacidad para digerirla, se distribuye en el mundo de manera muy desigual. Los suecos pueden digerir mucho mejor la lactosa que los mozambiqueños, por ejemplo, y aunque hoy en día los productos manufacturados han llegado a casi todos los lugares del mundo y la gente se adapta poco a poco a consumirlos, hay lugares en los que todavía casi el total de la población no puede digerir la lactosa, como en Thailandia y otros muchos países donde sus orígenes no están relacionados con el pastoreo ni el consumo de leche de otros animales.

En el siguiente mapa se puede ver la distribución mundial de intolerancia a la lactosa;

15 ago 2009

La alteridad, Lost, y los otros

Si tuviésemos que elegir una primera pregunta, la más importante para la antropología, la que la hace al fin y al cabo existir, esa sería la cuestión que se ha dado en llamar de la otredad. Una sociedad parece definirse siempre en contra de, o en oposición a. Esto es, todas las sociedades han temido en cierto modo a las sociedades que no son ellos mismos, a los otros. Esta dicotomía existe también a nivel individual, y tanto en un caso como en el otro, este enfrentamiento es esencial para la creación de la identidad, grupal en el primer caso, individual o personal en el segundo.

Esta cuestión de la alteridad es el concepto fundador de la antropología moderna. Y es tan importante que todavía hoy en día tiene vigencia. A nivel metodológico, se suele afirmar que es necesario que exista un extrañamiento por parte del estudioso, esto es, que lo que se va a estudiar sea ajeno al antropólogo/a, que le resulte nuevo, raro, diferente. Esto se ha venido afirmando tradicionalmente como algo ineludible y necesario para que el trabajo antropológico pueda llevarse a cabo. Quizás hoy en día esto se ha matizado un poco, ya que los trabajos de antropología aplicada o urbana, por citar dos ejemplos muy claros, son llevados a cabo por antropólogxs que pertenecen a esa misma cultura que estudian. En estos casos el proceso de extrañamiento o alteridad se construye más mientras se accede o se planifica la investigación y no como punto de partida en sí mismo, como parecía ser el caso tradicionalmente.

Se habla incluso de una crisis de la disciplina durante el siglo pasado, que se solucionó, suele decirse, “con el descubrimiento de los otros del interior”, esto es, de las sociedades rurales occidentales. Esta crisis se dió junto al proceso de descolonización, que había estado muy unido a la aparición de la disciplina. La colonización y el desarrollo de la antropología fueron de la mano y se apoyaron mutuamente. Cuando la colonización perdió fuerza y los países empezaron a pedir su independencia, la antropología comenzó a perder su objeto de estudio, o al menos a serle más difícil el acceso. Y como la antropología es especialista en pequeñas comunidades, se empezaron a estudiar estas comunidades rurales del interior del continente Europeo. Un ejemplo clásico de esto es el estudio llevado a cabo por Pitt-Rivers en Grazalema, un pueblo de la sierra de Cádiz.

Otro ejemplo claro donde la alteridad está muy presente y donde se articula un fuerte proceso de creación de identidades culturales es en los actuales nacionalismos o regionalismos. Los español, lo catalán, lo gallego o lo vasco se definen siempre más por lo que no son que propiamente por lo que son, aunque muchas veces estas diferencias se expresen efectivamente en forma positiva (los de tal lugar somos de tal manera) en vez de adoptar la forma negativa (los de tal lugar no somos como los de tal otro). En este sentido, he escrito ya un post relacionado con este tema aquí.

Todo el tema de la alteridad, de la otredad o del extrañamiento se ha tratado de forma habitual en el cine o en la literatura. De hecho puede decirse que existe en cada cultura y en cada momento histórico un “ideal” o idea social de cómo es lo otro. El ejemplo más clásico puede ser el que se ve en el filme de George Méliès "Le voyage dans la lune". A partir del minuto seis, se ve la imagen que se tenía de los otros allá por 1902, año en que fué rodado el filme.



Sin embargo, el ejemplo más actual (a parte de títulos como "Los Otros", "Les autres", que en cierto modo hacen referencia a otro tipo de otredad que sería lo vivo frente a lo muerto, o mas bien no vivo), podemos verlo en la serie Lost. Un avión se estrella en una isla que en principio se cree abandonada, pero pronto se dan cuenta de que hay más gente viviendo en la isla. Este grupo pasa a ser conocido a partir de este momento como "los otros". Es curioso, porque llega un momento de la serie en que estos dos grupos interactúan y se mezclan, pero en todo momento se distingue claramente quien es de "los otros", tanto por intervenciones de los propios personajes como por la forma en que se trabaja con los personajes.


El ejemplo es interesante además porque se puede ver todo el proceso de creación de identidad grupal a lo largo del desarrollo de las temporadas. Se ve claramente como el grupo comienza a estar más unido en cuanto existe algo a lo que enfrentarse, tanto físicamente a través de peleas, enfrentamientos verbales, etc como ideal y "culturalmente", en el modo de vida, en las intenciones y motivaciones de cada grupo, en el lugar donde se reside, en las formas de vesitrse y de organizarse grupalmente, etc. Todo esto se ve más claramente en la primera mitad de la serie, durante las tres primeras temporadas, donde incluso un grupo diferente de supervivientes del avión se encuentra con los personajes principales, y es su común oposición a "los otros" los que termina por unirlos incluso más que la propia experiencia de haber viajado juntos en el mismo avión que se estrelló en la isla.

Siento los Spoilers a aquellos que no hayan visto la serie, pero animo a todxs los seguidores de la serie y del cine en general a que analicen este tipo de cosas, porque están presentes en muchas películas y novelas. Otro ejemplo clarísimo es todo un género que se basa en esta misma oposición; el western, donde la exploración de nuevos territorios en América del norte enfrentan a vaqueros contra indios (que en este caso, sobre todo al comienzo del género, son los otros, y por lo tanto, los malos). En cuanto a la dicotomía de bueno y malo, también es interesante ver cómo tratan vaqueros a inidios y viceversa, e incluso el trato que dan los recién llegados hombres (porque son hombres, no mujeres...) a la luna de Méliès a los habitantes lunares...Y todo esto, claro, con el propio proceso de colonización.

2 jul 2009

Ida, o el gran show mediático del "eslabón perdido"

Siento la ausencia de estos meses, pero el ajetreo académico me ha impedido totalmente dedicarme a otras cosas que no fuesen exámenes, trabajos, correcciones, y estudio. Después de una semana de vacaciones, vuelvo a retomar esto y espero darle un poco más de continuidad ahora que tengo -en principio- algo más de tiempo disponible.

El 19 de Mayo, muchos medios de comunicación se hacían eco de lo que parecía un gran descubrimiento; se le ha llamado Ida y se estima que tiene 47 millones de años. Es una primate a la que se ha presentado casi como a una estrella del rock o un fichaje estrella de un equipo de fútbol, pues se la ha pretendido hacer "el eslabón perdido", esa gran entelequia científica que tanto ha calado en las mentes populares.

Parece ser que Ida -científicamente conocida como Darwinius masillae- presenta una serie de características peculiares que la sitúan en algún lugar entre los humanos y el resto de antropoides actuales; aunque tiene cola, su composición ósea se acerca más a la humana, con presencia de uñas en vez de garras, el talus, un hueso del pié típicamente humano, pulgares oponibles y una visión frontal que le permitiría ver en tres dimensiones. Todo esto puede saberse porque, como podéis ver en la imagen, el esqueleto de Ida se encontró completo al 95%, e incluso quedó marcado a su alrededor la forma de su cuerpo.


Este fósil fue encontrado en Messel, Alemania, en 1983 y el hecho de haber sido presentado hace sólo unos meses después de años de estudio, ha servido para que se presente conjunto a un libro escrito por sus estudiosos que se llama precisamente "El eslabón" y el documental llamado "Descubrimiento de Nuestro Primeros Antepasados". La tardanza se ha debido también al hecho de que cuando se descubrió, los restos fueron vendidos poro partes a diferentes aficionados a los fósiles, y no es hasta 2006 que se vuelven a juntar todas las partes. De todos modos, se le ha presentado desde el ámbito científico como "el fósil que lo cambiará todo", "el que confirmará la teoría de Darwin", "Ida es como haber encontrado el arca perdida" o incluso como el equivalente científico al Santo Grial. Como podeis comprobar en los vídeos, el show montado al rededor de todo el tema ha sido grande y polémico.

Sin embargo, todo este optimismo, está en parte bastante poco justificado. En primer lugar, se presenta este descubrimiento científico rodeado de un áurea muy poco rigurosa. En primer lugar, no existe eso que se ha venido llamando "el eslabón perdido", sino que existen una serie de diferentes momentos evolutivos que conformarían la evolución hasta el presente de cualquier especie. Por lo tanto, habría muchos eslabones perdidos, y no solo uno, tal como se ha venido afirmando. Seguramente este "lastre" ideológico proceda ya de la época de Darwin, cuando su teoría -tantas veces tan mal interpretada- pensada como una teoría progresista más que evolucionista, ponía al ser humano en el cúlmen de la evolución. Por lo tanto, la evolución era algo progresivo, lineal, que tendía hacia un fin, teolológico. En este sentido, se pensaba que se podría reconstruír la "cadena" que desde un lejano ancestro llegase al ser humano actual. Como Darwin afirmó, el ser humano y el resto de primates descendían de un antepasado común, y por lo tanto habría que encontrar a ese antepasado al que se ha venido llamando "eslabón perdido".

Hoy en día se llama a este tipo de descubrimientos fósiles transicionales, porque dan evidencia de la transición de un estadío evolutivo a otro, y es que la evolución hoy en día se concibe más como un arbusto o esquema en árbol que no como una cadena. Y en este sentido, en la famosa búsqueda del eslabón perdido, parece que Ida no es precisamente un gran descubrimiento. Los Nenanderthales se consideraron durante algún tiempo como ese eslabón perdido, pero se rechazarían después porque eran demasiado parecidos a los humanos para ocupar ese lugar. Con Ida pasa lo contrario; es demasiado primitiva, presenta rasgos demasiado parecidos a un lemúr o algún otro simio actual para jugar este rol. Y es que posiblemente Lucy o cualquier australopitecino sea ya ese "eslabón perdido" del que se hablaba, ya que muestra efectivamente unos rasgos intermedios, ni demasiado humanos ni demasiado simiescos.

Darwin no necesita más descubrimientos para ser confirmado. Su teoría tenía un alcance que todavía hoy en día sigue siendo actual, y aunque ciertas afirmaciones seguramente caerán por el peso de las evidencias, nadie negará que el marco teórico que supo aportar ha ayudado a realizar grandes descubrimientos y a entender muchas cosas. Los eslabones perdidos no existen, pero sin duda se encontrarán cada vez más fósiles transicionales que arrojarán luz sobre cómo el homo sapiens y los primates han llegado a ser lo que son.

24 abr 2009

Naturaleza Vs Cultura

Hace unos días una discusión me hizo pensar que parece que no están claras del todo cuestiones muy básicas sobre naturaleza y cultura en el ámbito del animal humano. No pretendo realizar una aproximación muy profunda acerca de cuestiones psicobiológicas en las que parece que nunca va a existir un acuerdo o un enfoque conjunto entre biología, antropología y neurología sino delimitar a grandes rasgos a qué hay que atenerse cuando se habla de la dicotomía naturaleza/cultura en referencia al homo sapiens sapiens.

"La naturaleza del hombre es su cultura" se dice habitualmente. Y en cierto modo parece ser cierto. A nivel biológico y evolutivo parece que se ha primado un órgano por encima de otros que es el que nos diferencia de otros primates evolutivamente muy cercanos a nosotros. Éste órgano es el cerebro, que después una primera fase de bipedización que era necesaria para dejar las manos libres y así poder establecer una relación de feedback con el cerebro para aumentar poco a poco habilidad y tamaño cerebral. Todas estas nuevas habilidades fueron precisamente acumulándose poco a poco hasta crear un cúmulo de costumbres, herramientas, modos de actuar y comportarse en torno a las actividades básicas de la vida como son el nacimiento, la procreación, la muerte o la alimentación que a medida que fueron creciendo en número los grupos sociales se hizo cada vez más y más complejo. Todo este conjunto de "ideas, costumbres y cacharros", tal como un antropólogo definió la cultura humana, son propios de cada cultura particular, pero toda sociedad o pueblo tiene su propia cultura. Esto que podría parecer una aclaración un tanto tautológica tiene su importancia, como veremos un poco más adelante. Toda esta acumulación de saberes precisaba básicamente de dos cosas; a nivel físico o biológico de un órgano especializado que pudiese en primer lugar entender y en segundo acumular toda esta información. Esto lo soluciona la evolución con el neocórtex cerebral que es único en el ser humano, es decir, de algún modo parece que nuestro cerebro se especializa en la cultura. La segunda necesidad para que esto se lleve a cabo es la de transmitirlo, y para ello el ser humano ha sido dotado tras años de evolución con la capacidad física y neurológica del lenguaje humano materializado en las miles de lenguas presentes en todo el mundo.

Aquí pueden surgir los primeros comentarios o problemas. Efectivamente existen especies de animales con algún tipo de lenguaje, sea este a través de gestos, movimientos o sonidos, con el que son capaces de transmitir cierta información. Incluso se puede llegar a afirmar la existencia de cierta cultura en sociedades de primates que, viviendo en diferentes lugares, han llegado a soluciones distintas al mismo problema. Todas estas afirmaciones no se niegan, ya que de hecho son ciertas. Además, en muchas ocasiones se han utilizado los argumentos de la cultura y el lenguaje para justificar actitudes antropocéntricas y especistas hacia otros animales. Incluso como se sugiere a veces olvidando además que el ser humano también es al fin y al cabo un animal.


¿Como se soluciona el problema entonces? Personalmente creo que admitiendo una diferencia de grado que cualquiera puede observar. Seguramente el lenguaje más complejo del reino animal sea el de los delfines y aunque no se puede entender qué es lo que se dicen, si se han encontrado dos diferentes formas de comunicación; mediante una especie de chasquidos y mediante ultrasonidos. Aún con lo complejo que parece ser esta forma de comunicación, no parece haber indicios de que se utilice para nada más que para transmitir información básica referente a la subsistencia. El enrevesado lenguaje de las abejas solo sirve también para indicar con cierta exactitud la situación de polen. Sin querer minimizar estos modos de comunicación, todavía no se ha visto a ningún animal transmitirle una nueva receta, contarle lo que le sucedió el día anterior y, ni mucho menos, crear juegos basados en el lenguaje. Es precisamente esta especialización que ha sufrido el ser humano la que lo diferencia de otras especies animales. Evidentemente, esta capacidad humana no hace al ser humano mejor ni peor que otras especies, ni le da derecho para explotar, torturar o aprovecharse de los recursos naturales o de otros animales. Tampoco para creerse el centro del universo o de las criaturas vivientes del planeta. Todo esto es aplicable también al caso de la cultura.

Las muestras de cultura de las que se pueden ver ejemplos en la naturaleza, difícilmente se pueden definir como tal. Las diferentes soluciones que se dan al mismo problema en primates de la misma especie en distintos lugares son efectivamente algo adquirido, por lo tanto inventado y creado por ellos mismos. El problema parece ser que surge a la hora de la transmisión de estos conocimientos. Una innovación perdura como mucho una o dos generaciones, aunque en ocasiones han perdurado bastante tiempo. Esto está relacionado con la capacidad de transmisión de la información; sin un lenguaje suficientemente rico, no se puede transmitir la nueva información de un modo efectivo. Estas nuevas técnicas se aprenden por imitación, y es suficiente con que muera el individuo que lo ha descubierto o que otros individuos más torpes que él no sepan llevar a cabo la acción, para que se vuelva a perder. Por lo tanto esta cultura sería una de un tipo muy rudimentario en el que los principios básicos de acumulación y transmisión no se cumplen en muchos casos. Ejemplos de diferentes soluciones entre aves han sido también estudiados y parecen seguir el mismo ejemplo que el de los primates, aunque existe un mayor debate sobre si se trata de algo innato o algo adquirido. Sea como fuese, la diferencia de grado sigue siendo notable. El número de conocimientos que se adquieren son muy pocos, por no decir que se reducen a un par de ellos como mucho en cada caso. Además, el conocimiento y la información que se transmiten sigue haciendo referencia a la subsistencia de los individuos y en ningún caso parecen existir ritos simbólicos mínimamente articulados, por ejemplo, aspecto presente en toda cultura humana, aun en las tenidas tradicionalmente como "simples".

La conclusión es, por lo tanto, que así como los guepardos corren a 110 km por hora, o el 90% de especies que habitan las fosas abisales poseen algún tipo de bioluminiscencia, el ser humano ha desarrollado una capacidad para acumular conocimientos y saberes que hacen de su vida social algo complejo y a la vez totalmente necesario para su subsistencia. Por este motivo podemos decir que efectivamente, la naturaleza humana es en realidad su capacidad para la organización social, y por lo tanto, la cultura.




2 abr 2009

El Antropólogo Inocente, Nigel Barley

Siento tener esto tan abandonado, pero no me queda mucho tiempo para dedicar a leer y escribir otras cosas que no sean para la facultad. Así que de aquí a final de curso es bastante probable que no escriba más que un par de nuevos posts, a menos que cambie la cosa...

Hoy voy a escribir acerca del libro "El antropólogo inocente", de Nigel Barley. Hace poco mas de un mes que lo compré y en cuanto comencé a leerlo, el día siguiente de tenerlo, no pude parar hasta terminarlo. El libro es entretenido, gracioso y muy fácil de leer, cosas ambas difíciles de encontrar dentro de los libros que tratan temas antropológicos. Pero claro, este no es un libro de antropología al uso. No estamos hablando de una monografía clásica al estilo malinowskiano, sino de un acto, sobre todo, de reflexividad del propio autor. Por ello, no voy a resumir el propio libro, ya que sería como contar el final de una película o de una novela, sino que intentaré comentar aspectos metodológicos que me parecieron interesantes.

El primero, como ya comenté, es el contínuo esfuerzo reflexivo que hace el autor a lo largo de toda la obra. De hecho, el libro puede entenderse casi como un soliloquio, como un diálogo interno del propio autor donde se analiza toda la trayectoria de un trabajo de campo. Aspectos totalmente olvidados y omitidos por la mayoría de los antropólogos a lo largo de la historia como pueden ser la decisión de qué se estudia, el viaje al lugar estudiado, el papeleo, las ayudas necesarias para financiar todo el estudio, la propia estancia en el campo, sus sentimientos hacia los individuos estudiados, etc. son aquí el centro de la obra. Son contados además con un humor y una prosa envidiables, que no solo te arrancarán una sonrisa, sino más de una carcajada. Podríamos decir, haciendo un arriesgado paralelismo, que Barley ha publicado y dado importancia a lo que Malinowski guardó en sus diarios de campo que más tarde salieron a la luz sin su consentimiento, y que tanta polémica crearon.

Las relaciones personales quedan en el libro al descubierto. Este aspecto también ha sido poco tratado o incluso invisibilizado en la literatura antropológica, que muchas veces saldaba la relación con los informantes con una mera dedicatoria en el libro. Sin embargo, Barley nos cuenta cómo todos y cada uno de los miembros de la sociedad dowaya tenía sus intereses en sus relaciones con él. Incluído el "informante clave", figura casi mítica dentro de la antropología. Todos esperaban una reciprocidad a cambio de su presencia en el poblado, y el no tenía más remedio que acceder a saldar esta deuda no contraída. Habla también de cómo pagar a un informante se convierte a veces en la única forma de conseguir información, al menos, información veraz, y no meros comentarios sobre un tema. Las envidias entre el jefe dowayo y su persona en determinados momentos, deja claro cómo el antropólogo, al entrar en un pueblo, en una comunidad, no tiene más remedio que participar de su idiosincrasia, y aquí el concepto de observación participante, se ve más marcada que nunca, pues el antropólogo es una gente externo, que penetra en la sociedad de forma repentina y se convierte en una novedad para los habitantes, pero que irremediablemente termina formando parte de la vida de éstas personas y por lo tanto será el mismo objeto de discusiones, envidias, y temores, pero también de relaciones afectuosas y amistosas.

Los problemas de acceso son un punto fuerte del libro. Desde los permisos burocráticos del país al que se dirige, llegando a perder meses solo en esto, hasta el aprendizaje de una lengua totalmente ajena y desconocida al investigador. El lenguaje tonal se le resiste hasta límites insospechados, llegando a crear situaciones realmente absurdas (y muy graciosas). Todo esto, claro, hacía sospechar a los dowayos, que creen que el hombre blando lo sabe absolutamente todo. O al menos sabe todo lo que ellos pueden llegar a saber. Así que la incompetencia de Barley era vista por los dowayos con desconfianza, pues pensaban que el investigador estaba de alguna forma haciéndose el tonto con algún fin que ellos no lograban comprender. Esto se unía a la creencia de los nativos de que el investigador era en realidad un espíritu antepasado reencarnado que en cualquier momento se sacaría su disfraz de hombre blanco para mostrarle a todo el pueblo quién era en realidad.

Otro problema de acceso que el autor describe y que tiene gran importancia es el poco valor que los propios dowayos dan a sus costumbres y a su cultura. Este era el motivo por el cual cada vez que eran preguntados por aspectos de su cultura, ellos respondían vagamente, sin dar apenas detalles y explicando sus costumbres de forma tautológica (este ritual de la lluvia es así para atraer la lluvia). Como se comentó anteriormente, no solo suponían que el investigador debía saberlo todo sobre su cultura, sino que además no debía parecerle ni interesante ni digna de estudiar. Esto hacía del trabajo del antropólogo algo muy cansado, agotador, ya que cada pequeña fracción de información cultural, tenía que ser sacada de los individuos de forma muy costosa. Además, resultado de esta baja autoestima cultural, por llamarla de algún modo, los dowayos omitían consciente o inconscientemente aspectos de los rituales, de su simbología o de su forma de vida, que para el antropólogo eran sumamente importantes y significativos. Y solo después de meses de convivencia, de casualidades y de la propia pericia del autor, pudo descubrir y hacerse una idea mas o menos clara de muchas de las cosas que allí sucedían y porqué.

El libro, como veis, es un mar de ejemplos muy didácticos. Además, muestra de una forma muy clara y directa en qué consiste el tan sobrevalorado "trabajo de campo" entendido a la manera tradicional, tal como el propio Malinowski describió. No hay lugar aquí para idealizaciones; todo este trabajo es mostrado tal y como se presenta al propio investigador; enfermedades, problemas burocráticos, personales, de transporte, de alimentación, etc se vuelven el centro del trabajo de campo. El objetivo que en un primer momento parece primordial y único, se convierte casi en algo terciario, después de conseguir una buena salud, un sitio donde vivir y, primeramente, llegar al poblado al que te diriges y ser aceptado allí.

Es, como dije, un libro de fácil lectura. Muy amena y divertida, pero que esconde detrás de esto muchas grandes verdades acerca de qué es la antropología. Y aunque sea una lectura por este motivo recomendada a todxs lxs antropólogxs, es también una lectura muy buena en sí misma como novela de viaje o aventuras, por lo que desde aquí, se la recomiendo encarecidamente a todo el mundo.

12 feb 2009

Darwin y la Antropología Social

El 12 de Febrero de 1809, hace justo 200 años, nace Charles Robert Darwin, mas conocido como Charles Darwin o simplemente, Darwin. Cuando tenía 50 años, es decir, hace ahora 150 años, publica su conocida obra "El origen de las especies", donde explica su teoría biológica de la evolución de las especies, estudios que completaría con la publicación de "El origen del hombre y de la selección en relación al sexo" y "La expresión de las emociones en los animales y en el hombre". Su teoría tuvo al principio tantos detractores como apoyos, pero poco a poco fue aceptada ampliamente por la comunidad científica y en estos últimos 150 años biólogos, genetistas, antropólogos, historiadores y demás científicos, no han hecho más que completar y complementar toda esta teoría comenzada por Darwin y que hoy cuenta con la amplia aprobación de la comunidad científica con nuevos y numerosos descubrimientos en muy diferentes campos1.

Todo esto es bien conocido por todos pero, ¿cual es la aportación de Darwin a la antropología?. La respuesta tendría que ser muy extensa y necesitaría una amplia investigación bibliográfica y documental, pero hay ciertos hitos que no pueden ser olvidados y que han influido en la antropología de forma muy fuerte en los años posteriores a la publicación de su obra magna, y que tiene repercusión hasta el día de hoy. En la antropología física la influencia ha sido la misma que en el resto de ciencias naturales. Hoy en día no se entiende la evolución humana desde nuestros antepasados comunes a los grandes simios hasta hoy en día pasando por las diferentes ramas evolutivas que han existido en nuestra especie (algunas de ellas extintas), sin acudir a la teoría general de la evolución de las especies de Darwin.

Pero centrémonos en lo que su teoría ha supuesto para la antropología social y cultural. En primer lugar, decir que todas las teorías desarrolladas a partir de las teorías científicas de Darwin en el campo de las ciencias sociales, han sido casi siempre interpretaciones interesadas y pseudocientíficas que no han contado con el respaldo de Darwin. La primera de estas corrientes se conoce como "Darwinismo Social" y su principal teórico e impulsor fue Herbert Spencer. Spencer fue un filósofo, sociólogo y psicólogo positivista contemporáneo a Darwin. Interpretó la selección natural en términos de "superviviencia del más apto" y lo trasladó al campo de la sociología. Con estas ideas dieron comienzo las teorías racistas, la eugenesia e incluso influenció a la ideología nazi o el neoliberalismo económico. Precisamente el darwinismo social tuvo se auge entre finales del siglo XIX hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Las premisas básicas de esta teoría es que las características innatas o heredadas tienen una influencia mucho mayor que la educación o las características adquiridas. A partir de aquí se desarrolla toda una teoría racista, sexista y etnocéntrica donde incluso se llega a justificar la esclavitud, la sumisión de la mujer con respecto del hombre y se realizan mediciones y taxonomías (incluso surge la antropometría) donde se clasificaban las personalidades, actitudes y aptitudes de cada persona simplemente conociendo las medidas de sus cráneos, determinados bultos, la longitud de su nariz o frente, etc. Toda esta teoría justifica la colonización que los países occidentales llevan a cabo en el siglo XIX, ya que bajo sus premisas, era concebido como natural que la sociedad mas avanzada y la raza mejor adaptada y mas fuerte (el hombre blanco occidental) hiciese lo que le viniese en gana con el resto de sociedades y seres humanos. Esta "biologización de las teorías sociológicas", como se ha denominado a veces, ha justificado y sustentado una de las etapas más negras de la historia de occidente, ya que la colonización supuso no solo el genocidio de grandes grupos y sociedades humanas, sino también un gran impacto para el medio ambiente y la fauna y flora autóctonas de las zonas colonizadas.


Otra de los más importantes marcos teóricos influenciados por la teoría de Darwin ha sido el Evolucionismo Social. Aunque podría entenderse como la misma teoría anterior, o como un sucedáneo de ella, el Evolucionismo Social se convierte en una serie de teorías con carácter propio que suponen la primera teoría de la evolución cultural. Además, aunque la teoría de Darwin influenció mas tardíamente a este marco teórico, Tylor o Morgan ya habían escrito acerca de la evolución cultural antes del surgimiento de la obra de Darwin influenciados por la filosofía de la Ilustración por autores como Hobbes o Hegel. Según estos evolucionistas, las culturas tenían un recorrido común y una misma finalidad. El recorrido era el que había seguido la cultura occidental del momento, y el objetivo último era precisamente el estado en el que ésta se encontraba. Es decir, la cultura europea del siglo XIX era el ejemplo a seguir e imitar para todas las culturas. Las teorías biológicas de Darwin no hicieron sino dar más argumentos a estos teóricos. Sin embargo, a partir de estos primeros teóricos, surgieron diferentes escuelas que defendieron evoluciones divergentes, multilineales, etc. que no presuponían un fin común para todas las culturas, ni un mismo recorrido, sino que aceptaban las divergencias evolutivas porque estas se veían condicionadas por diferentes motivos; el medio en que se encontraban, el desarrollo tecnológico que poseían, la propia organización social, etc.

Aunque la influencia de Darwin en las teorías sociales pueda hasta aquí parecer mas negativa que positiva, a partir de la superación del etnocentrismo, de la concienciación de que la antropología no debía estar al servicio de ninguna institución social y que debía ejercer una actividad objetiva (o como mínimo optar a ella), diferentes teorías han adoptado la evolución social de una forma menos negativa que estas dos vistas anteriormente. El Materialismo Cultural, por ejemplo, acepta tanto la evolución convergente como la paralela como explicación del estado de las diferentes culturas al rededor del mundo. Como este marco teórico pone énfasis en el factor infraestructural, se explican los distintos momentos evolutivos de las culturas a través de una similar relación con los medios materiales y ecológicos. Entonces, estas teorías son deterministas en el sentido de que a iguales condiciones tecnoambientales, se deberían dar condiciones culturales similares. Pero niega que todas aspiren a un objetivo evolutivo, y niega también que unas formas culturales sean mejores que otras. Es decir, dejan atrás los prejuicios etnocéntricos de las anteriores teorías evolucionistas.

Como ya se dijo, Darwin nunca respaldó las primeras teorías sociales surgidas y justificadas a partir de su obra. De hecho él mismo afirmaba abiertamente que las rechazaba por ser racistas. Sin embargo la sombra de Darwin es larga en toda la historia de las teorías antropológicas y puede que solo en los últimos años se haya podido separar esa teoría biológica de la evolución de la teoría social de las culturas. Aún así, no se podría entender el estado actual de la disciplina sin la gran influencia que han tenido las ideas de Darwin, tanto para bien como para mal, en los diferentes marcos teóricos de la Antropología.


1http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Completando/Charles/Darwin/elpepisoc/20090206elpepisoc_1/Tes