Navegando por internet me encuentro este artículo de Leanne Betasamosake Simpson sobre los juegos olímpicos y la colonialidad. No voy a extenderme mucho, sé que hace tiempo que no actualizo, pero mi principal motivo para escribir hoy es precisamente compartir ese otro artículo.
Para lxs que no sepan inglés, el artículo trata en general de la autodefinición de los Juegos Olímpicos como apolíticos, según la regla número 50 de la Carta Olímpica escrita por el propio Comité de los Juegos Olímpicos. Esto se pone en duda desde el momento en que esa norma, que rige la publicidad, las manifestaciones y la propaganda política, deja efectivamente que marcas deportivas estén presentes por todas partes pero se limiten y corten siempre las manifestaciones políticas alternativas. En concreto toda esta reflexión viene al caso del boxeador Damien Hooper, quien después de ganar un combate en los juegos, se subió al ring con una camiseta con la bandera de los aborígenes australianos. Este acto fue reprochado por el COI y se le llamó la atención. La autora reflexiona en torno a que, realmente, todo acto presente en los juegos olímpicos son realmente políticos.
No puede olvidarse todo el proceso de colonización del que miles de pueblos han sido víctimas. Damien Hooper justificó el uso de la camiseta diciendo que él fue a los JJOO no sólo a representar a Australía, sino también a su gente. Si decidió utilizar la bandera aborigen para ello, es porque ésa es la bandera que representa a su gente, y no la Australiana. Existe una tensión, un conflicto étnico/identitario claro, donde los que han sido oprimidos siguen siéndolo después de cientos de años de explotación. Si los JJOO fuesen apolíticos, no habría banderas ni países, sino que, siendo la pretendida fiesta del deporte como es, los deportistas y no los países serían los protagonistas. Y es precisamente que en la mayoría de los medios de comunicación, la sección más visitada estos días es el medallero, que no es otra cosa que el número de medallas que cada país ha conseguido. Entonces, se ve claramente que son los países los que compiten, en lugar de los y las deportistas. Lxs propixs deportistas dedican sus éxitos a sus compatriotas y hablan en términos de pertenencia nacional muy a menudo.
¿No es al menos sospechoso que en un evento donde las banderas están presentes a diario, se prohíba precisamente esta? Dice mucho de la situación política mundial que actos como este pretendan representar al mundo entero, que se digan la élite del deporte cuando los propios organismos siguen pecando de una colonialidad del poder que después niegan que sea política. ¿Qué hay más político que un Estado-nación?, ¿qué hay más político que sus banderas? Probablemente sólo el hecho de pretender negar este posicionamiento político sea todavía más político que lo anterior, pues de esta manera se consigue naturalizar como algo normal, evidente y obvio para todo el mundo que esas son las banderas verdaderas, las buenas, las únicas que existen y las que pueden ser mostradas públicamente sin que haya polémicas.
Gracias a actos como el de Damien, la otra cara de la moneda sale al descubierto. Y no es la primera vez en la historia de los JJOO, y es gracias a actos valientes como estos que de repente, para mucha gente, se descubre que detrás de una bandera colonial como la Australiana hay otras muchas con las cuales muchas personas se sienten más identificadas. Al menos por este acto, ha servido la pena toda la pantomima de los JJOO 2012.
7 ago 2012
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