Como ya hemos mencionado anteriormente, uno de los acontecimientos ineludibles a la hora de tratar el tema de los movimientos anti/alterglobalización, es la aparición en el escenario mundial del movimiento Zapatista mexicano. Su surgimiento aparece en un primer momento como algo incomprensible, desconcertante; una guerrilla echándose a la selva en plenos años noventa del siglo XX. Pero su evolución, su honestidad, su declaración de principios, terminó por cambiar la forma de ver la política de muchas personas en todo el mundo. No se puede entender el paso de los viejos a los nuevos movimientos sociales sin toda esa nueva forma de ver la realidad que el movimiento zapatista ha impulsado desde diferentes lugares. En este sentido, planteo que el zapatismo ha sido capaz de decolonizar la izquierda, de hacerla hablar en otros términos, de analizar la realidad, definitivamente, desde una perspectiva más amplia y rica de lo que es simplemente el movimiento obrero situado en un contexto nacional. El zapatismo ha propuesto, en definitiva, esa forma de pensar local y actuar global y también la vicebersa, que se ha hecho fuerte en los nuevos movimientos sociales y en la forma de analizar la realidad actual. Analizo a continuación algunos aspectos de este planteamiento de forma más pormenorizada.
III.I) Origen y objetivo
Pasó lo que pasó. No les voy a contar el primero de enero de 94, porque ustedes empiezan a saber de nosotros —bueno, algunos, porque otros apenas estaban muy chavitos—, y se abre una etapa de resistencia, decimos nosotros, donde se pasa de la lucha armada a la organización de la resistencia civil y pacífica. Palabras del Subcomandante Insurgente Marcos a la Caravana Nacional e Internacional de Observación y Solidaridad con las comunidades zapatistas. Caracol de La Garrucha, 2 de agosto de 2008.
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) sale a la luz pública el 1 de Enero de 1994 ocupando varias cabezaras del estado mexicano de Chiapas. Esta toma de puestos de poder fue efectivamente mediante las armas, y coincidió, no casualmente, con la firma del Tratado de Libre Comercio entre EEUU y México. Aunque esta fue la primera noticia que se tuvo de ellos, ya en el año 1993 habían escrito comunicados, cartas y leyes que definían el modo en que se debía actuar en los territorios que el EZLN fuese controlando en lo que en principio habían propuesto como un avance hacia la capital del Estado. A su vez, este ejército llevaba ya 10 años preparándose clandestinamente en la selva, y la procedencia de muchos de los jóvenes que iniciaron el movimiento se asocia a lo que fue el FLN, la Fuerza de Liberación Nacional, junto a muchos otros procedentes de grupos indígenas y mestizos.
Las cartas, comunicados y declaraciones se sucedieron durante los años siguientes y durante ese mismo año. Las condiciones que impusieron desde un principio y su actitud en cuanto a alcanzar el poder, el uso de la violencia y la forma de alcanzar sus objetivos, fue cambiando rápidamente. En su primera “Declaración de la Selva Lacandona” podemos ver una declaración de guerra al estado Mexicano. Esta declaración afirma que efectivamente se alzan en armas para hacer de la democracia realmente el poder del pueblo, pues denuncian que se ha convertido en un instrumento donde el pueblo no tiene de facto poder de decisión, tachando la situación de dictadura. Su afirmación y sus peticiones las fundamentan desde la propia constitución del país, que efectivamente asegura que la soberanía nacional reside en el pueblo. Reclaman esta capacidad de decidir porque se dicen hartos de esperar a que los poderosos le den al pueblo lo que prometieron. Entre sus objetivos está el conseguir para el pueblo “un techo digno, trabajo, tierra, salud, alimentación, educación, paz, justicia y derecho a elegir libre y democráticamente a nuestras autoridades[1]”. En la Sexta Declaración de la Selva Lacandona de 2005, ellos mismos se piensan de la siguiente manera;
Nosotros somos los zapatistas del EZLN, aunque también nos dicen “neo zapatistas”. Bueno, pues nosotros los zapatistas del EZLN nos levantamos en armas en enero de 1994 porque vimos que ya está bueno de tantas maldades que hacen los poderosos, que sólo nos humillan, nos roban, nos encarcelan y nos matan, y nada que nadie dice ni hace nada. Por eso nosotros dijimos que “¡Ya Basta!”, o sea que ya no vamos a permitir que nos hacen menos y nos traten peor que como animales. Y entonces, también dijimos que queremos la democracia, la libertad y la justicia para todos los mexicanos, aunque más bien nos concentramos en los pueblos indios. (EZLN, Sexta Declaración de la Selva Lacandona)
Ya desde un primer momento, la organización armada imponía una serie de normas un tanto curiosas para llamarse de tal manera; antes de entablar lucha violenta, estaban obligados a pedir la rendición pacífica y sólo si esta no se aceptaba, podían recurrir al uso de las armas, su objetivo fue siempre el diálogo y el acuerdo pacífico, y en este primer momento fueron muchas veces engañados por el gobierno, acusados falsamente de atentados que no cometieron y tratados como terroristas. Pero si algo tuvo claro desde un primer momento el movimiento fueron sus principios y sus objetivos y sobre todo esos primeros días del año 1994 la correspondencia con la prensa, en internet y con el pueblo Mexicano en general, fue muy numerosa y los propios hechos hablaron más tarde por sí mismos, lejos de las manipulaciones de la prensa y del gobierno.
En estos primeros días de relevancia pública, sus comunicados y cartas se sucedían continuamente, el gobierno central después de diversas ofensivas militares de no demasiado éxito, y tras diferentes manifestaciones civiles que pedían el cese de la lucha armada, anuncia que están dipuestos al diálogo. Al mismo tiempo el EZLN afirma que ha visto al pueblo mexicano manifestarse en contra de la violencia y por lo tanto cesarán los actos armados por su parte. Después de largas negociaciones se firman una serie de acuerdos que a día de hoy siguen sin cumplirse y por los cuales los zapatistas en México siguen luchando. Durante estos primeros meses, el EZLN consigió además, el apoyo de muchos otros pueblos indígenas de México que se sentían identificados con esa lucha. Al año siguiente iniciarían una serie de encuentros para entrar en contacto con la sociedad civil no indígena, pues lo que ellos proponen “ es para todo México y no solo para los indígenas”.
Y este ejercicio de expansión en su mensaje, termina por llegar a todas las partes del mundo. El mensaje zapatista, por sencillo, por básico y casi por evidente, resulta entendible para muchos movimientos sociales, grupos de personas o pueblos que se ven reflejados de alguna manera en estas demandas. Y parte de este éxito lo tiene también lo que desde el principio es una constante en los comunicados e ideología zapatista, que es la idea de ese mundo donde quepan muchos mundos. El mensaje zapatista es desde un primer momento inclusivo, que potencia y favorece la diferencia frente a la homogeneización.
Y es sólo dos años después de esta primera apirición pública, en Junio del 2006, cuando se celebra el encuentro conocido como “Intergaláctico I”, donde se reúnen unas cuatro mil personas de todo el mundo y donde se debate acerca de la política que se necesita, se analiza la que se tiene, así como el marco económico donde se encontraban. En estas mesas de trabajo participaron conocidos académicos como Touraine o Eduardo Galeano. Fue en el marco de este encuentro donde los participantes propusieron crear redes intercontinentales de resistencia “contra el neoliberalismo y por la humanidad”, funcionando sin jerarquía, sin centros ni estructuras. Un año después, en Junio de 1997 España es la sede del “Segundo Intergaláctico” donde más de tres mil personas de todo el mundo se reunieron en varias ciudades, donde se decidió que esa red contra el neoliberalismo y por la humanidad debía luchar a su vez contra la OMC y contra el tratado de Maastrich. Tiempo después se crearía el AGP, Acción Global de los Pueblos, cuyo objetivo principal era luchar contra el AMI, Acuerdo Multilateral de Inversiones[2].
Todo esto supuso el germen de lo que hoy se conoce como movimiento antiglobalización, y fué el ejemplo o modelo a seguir para muchas otras redes que se crearon después. Es en el 2005 cuando el EZLN anuncia que deja las armas en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y se dedica a partir de ahí a la política. En este momento comienzan a gobernar en diferentes lugares del sur de México, en lo que ellos llaman las JBG, siglas para Juntas de Buen Gobierno, siguiendo las directrices que marcaron en lo que ellos mismos llamaron “La Otra Campaña”, que supone un giro hacia lo civil, una apertura hacia la ciudadanía en general, siguiendo ciertos presupuestos básicos como son la horizontalidad, el anticapitalismo y la justicia o equidad.
III.II) ¿Decolonizando la izquierda?
De un movimiento que se planteaba servirse de las masas, de los proletarios, de los obreros, de los campesinos, de los estudiantes para llegar al poder y dirigirlos a la felicidad suprema, nos estábamos convirtiendo, paulatinamente, en un ejército que tenía que servir a las comunidades. Palabras del Subcomandante Insurgente Marcos a la Caravana Nacional e Internacional de Observación y Solidaridad con las comunidades zapatistas. Caracol de La Garrucha, 2 de agosto de 2008.
Como afirma Grosfoguel (2007) existe una suerte de racismo epistémico que ha sido visibilizado en tiempo muy reciente y sigue estando todavía presente y siendo muy poco reconocido por el sistema mundo capitalista y más concretamente por el mundo académico occidental. Este racismo epistémico se caracteriza por considerar legítima y válida únicamente la producción de conocimiento llevada a cabo por la tradición de pensamiento occidental, que además es androcéntrica y etnocéntrica[3]. Esta misma dinámica podemos decir que se ha repetido también en la manera de hacer política, pues estas parten a su vez de una forma de entender el mundo y las relaciones sociales provenientes de este entender el mundo occidental. De esta manera, el socialismo, el marxismo o el anarquismo ha querido ampliar su influencia a nuevos territorios llevando consigo una serie de esquemas e interpretaciones que aplicaban allí donde llegaban.
Esto produjo un choque de formas de entender la realidad que se dió definitivamente cuando el ejército zapatista comenzaba su andanza en la selva Lacandona y entró en contacto con los indígenas. Éstos no se veían representados en una categorización de la realidad que los definía como obreros; su situación era todavía peor en algunos aspectos que la de éstos, y en todo caso, totalmente diferente en su naturaleza. Por estos motivos sus demandas políticas no podían articularse en los términos con los que los zapatistas entraron en contacto en un primer momento con los grupos de indígenas. El obrerismo, el sindicalismo, el comunismo, el socialismo o cualquier otro “ismo” de izquierdas no tenía un modelo que fuese aplicable a estos grupos humanos. Y en el momento que se toma conciencia de esto y se intenta un cambio hacia un modelo diferente, donde estas otras formas de exclusión, estas otras necesidades, estas otras formas de entender la política y sus objetivos se convierten en objeto fundamental de una nueva propuesta política, es aquí donde la izquierda se decoloniza. Se pierde este caracter impositivo de un análisis exterior para dar cabida a una epistemología otra, a una forma distinta de verse y entenderse en el mundo. Y es este el primer paso que considero importante en esta decolonización de la izquierda que, intento demostrar, llevaron a cabo los zapatistas en México. Marcos lo dice forma mas clara y concisa;
Nosotros nos habíamos dado cuenta —y en el nosotros que digo, ya van incluidas las comunidades, no sólo el primer grupo—, nos habíamos dado cuenta que las soluciones, como todo en este mundo, se construyen desde abajo hacia arriba.
Y toda nuestra propuesta anterior, y toda la propuesta de la izquierda ortodoxa, hasta entonces, era al revés, era: desde arriba se solucionan las cosas para abajo. Subcomandante Marcos[4]
Y en este sentido, decolonizar la izquierda implica precisamente partir de ideas no occidentales a la hora de realizar una propuesta política. En términos de identidad, para continuar con el argumento de Grosfoguel, la diferencia aquí está entre las políticas identitarias llevadas a cabo desde la izquierda hacia los distintos grupos humanos, políticas que intentan imponer una forma de verse en el mundo, en este caso, como proletarios, como obreros o campesinos, cambiando a una suerte de “identidades en la política” que favorece precisamente ese hacer política desde las necesidades y formas de ver el mundo de cada comunidad. De esta forma que sigue, lo explica Grosfoguel (2007);
Muy distinto a las políticas identitarias (identity politics) son las “identidades en la política”. Estas últimas se basan en proyectos ético-epistémicos abiertos a todos no importa el origen etno/racial de la persona. Por ejemplo, los Zapatistas en el suroeste de México son un movimiento insurgente indígena pensando epistémicamente desde las epistemologías/cosmologías amerindias abierto a todas las personas y grupos que apoyen y simpaticen con sus propuestas políticas. (Grosfoguel, 2007:41)
Este primer paso supuso una serie de cambios en la forma de concebir otros aspectos básicos de la política como son el poder, la lucha armada, la forma de gobierno, etc. Todo esto, a su vez, se comenzó a expresar de una forma y con un lenguaje totalmente alejado de los términos de la izquierda occidental. Estos son los aspectos en los que me centraré a continuación.
III.II.I) El poder
Algo pasó en todo este proceso que quiero llamar la atención, que es: el cambio en la posición del EZLN respecto al problema del poder.
Y esta definición frente al problema del poder es la que va a marcar de manera más honda la huella en el camino zapatista.
Este cambio de abajo para arriba significaba para nosotros no organizarnos, ni organizar a la gente para ir a votar, ni para ir a una marcha, ni para gritar, sino para sobrevivir y para convertir la resistencia en una escuela. Palabras del Subcomandante Insurgente Marcos a la Caravana Nacional e Internacional de Observación y Solidaridad con las comunidades zapatistas. Caracol de La Garrucha, 2 de agosto de 2008.
Una de las primeras particularidades que caracterizan esta izquierda decolonizada de los zapatistas es la concepción del poder. En su primera “Declaración de la Selva Lacandona”, establece como primer objetivo del EZLN “Avanzar hacia la capital del país venciendo al ejército federal mexicano, protegiendo en su avance liberador a la población civil y permitiendo a los pueblos liberados elegir, libre y democráticamente, a sus propias autoridades administrativas.” He destacado en cursiva lo nuevo e interesante del movimiento; el EZLN era un ejército, levantado en armas, que avanzaría en el territorio pero no para hacerse con el poder, sino para, tal como defiende la constitución de ese país, darle al pueblo la oportunidad real de elegir a sus gobernantes. La diferencia puede no parecer obvia en la teoría, pues se podría decir aquí que el instaurar “la verdadera” democracia es el objetivo , en teoría, de muchos “ismos” de la izquierda. La diferencia es que efectivamente esto no ha sucedido más que en el movimiento zapatista allá donde el pueblo ha querido hacerlo. Los intentos de instaurar un sistema político de izquierdas se han quedado atascados la mayoría en la etapa de “dictadura del proletariado” en el caso del comunismo, en cada caso con sus particularidades, o en resultados siempre mediocres de lo que en un principio pretendía ser.
Y es aquí donde los zapatistas dan un paso más. En su Cuarta Declaración de la Selva Lacandona explicitan que quieren ser “una fuerza política cuyos integrantes no desempeñen ni aspiren a desempeñar cargos de elección popular o puestos gubernamentales en cualquiera de sus niveles. Una fuerza política que no aspire a la toma del poder. Una fuerza que no sea un partido político.” Y estas tres posturas son nuevas, sobre todo sabiendo que se trata de una fuerza política que pretende de alguna forma llegar a todos los ciudadanos del país. Vemos por lo tanto una nueva forma de concebir el poder. Esta nueva forma está abanderada por otra frase que el zapatismo ha hecho popular; dentro del zapatismo el ideal es un gobierno que mande obedeciendo. El zapatismo pretende una democracia que realmente sea eso; el gobierno del pueblo. Para ello han ido desarrollando diferentes métodos organizativos que primero han llamado Aguascalientes y que ahora se conocen como los Caracoles. Como a veces una imagen vale más que mil palabras, podemos ver a continuación el cartel que se encuentra a la entrada de un pueblo que se autoproclama zapatista.
Además de las imágenes, sus intenciones son también claras en palabras, seguimos citando la Cuarta Delcaración de la Selva Lacandona. Los zapatistas buscan y proponen
Una fuerza política que pueda organizar las demandas y propuestas de los ciudadanos para que el que mande, mande obedeciendo. Una fuerza política que pueda organizar la solución de los problemas colectivos aún sin la intervención de los partidos políticos y del gobierno. No necesitamos pedir permiso para ser libres. La función de gobierno es prerrogativa de la sociedad y es su derecho ejercer esa función. Una fuerza política que luche en contra de la concentración de la riqueza en pocas manos y en contra de la centralización del poder. Una fuerza política cuyos integrantes no tengan más privilegio que la satisfacción del deber cumplido. (EZLN, Cuarta Declaración de la Selva Lacandona)
¿Podemos imaginarnos un presidente del gobierno que no sólo no cobre, sino que escuche además la opinión de aquéllos que supuestamente los han elegido para representarlo?, ¿Sería posible que algún gobierno occidental tuviese que pedir permiso a los ciudadanos para tomar decisiones y llevarlas a cabo? Se me hace difícil verlo, pues es una idea muy poco occidental. La del poder separado del prestigio, del dinero, del status social que el mismo otorga, de toda la parafernalia mediática y todas las fotografías políticamente correctas es una idea muy alejada de la concepción occidentalizada del gobierno democrático. Todo esto, es lo que propone, y lleva a cabo allí donde el pueblo lo quiere, la ideología zapatista.
Tal y como reza la historia de “Durito y una de Llaves y Puertas”, los zapatistas no pretenden entrar en la habitación del poder para ocuparla sino para “romper las paredes del laberinto de la historia, salir de él y, con todos, hacer otro mundo sin habitaciones reservadas ni exclusivas y sin, ergo, puertas y llaves”.
- II.II) La lucha armada
No sólo eso, sino que ese ejército y su concepción sufrió una derrota en su planteamiento iluminador, su planteamiento de dirección, caudillista, revolucionario clásico, donde un hombre, o un grupo de hombres, se convierte en el salvador de la humanidad, o del país.
Lo que pasó, entonces, es que ese planteamiento fue derrotado a la hora que confrontamos a las comunidades y nos dimos cuenta, no sólo que no nos entendían, sino que su propuesta era mejor. Palabras del Subcomandante Insurgente Marcos a la Caravana Nacional e Internacional de Observación y Solidaridad con las comunidades zapatistas. Caracol de La Garrucha, 2 de agosto de 2008.
Ya hemos analizado alguna característica propia en la forma de entender el poder del ideario zapatista. Estas particularidades contaminan también su forma de entender la lucha armada. Desde un principio, su declaración de guerra estaba supeditada siempre a la resolución del conflicto a través del diálogo, de las formas pacíficas. Esta decisión se tomó además de forma consensuada, desde abajo, tal como cuentan en la Primera Declaración de la Selva Lacandona. Y no fue hasta que los indígenas decidieron llevar a cabo esa forma de reivindicarse, que se llevó a cabo, siempre de manera muy reflexiva y estratégica. La lucha armada es vista como parte de un proceso mucho más amplio y complejo que será determinante o no dependiendo de cómo este proceso se desarrolle. Y el primer logro que tiene esta lucha armada es precisamente esa llamada de atención que después del primero de enero del 94 consiguen hacia el pueblo indígena.
Es una lucha armada, que no solo no parte de las élites o de un gobierno nacional central, sino que además tiene una clara vocación no expansionista;
Había otro abajo. Nosotros siempre teníamos esa idea: el zapatismo siempre se ha planteado que no es el único rebelde, ni el mejor. Y nuestra concepción no era crear un movimiento que hegemonizara toda la rebeldía en México, o toda la rebeldía a nivel mundial. (...) Además de esta posición frente al poder, hay una característica esencial en el zapatismo —y lo van a ver ahora que estén en estos días aquí, o si hablan con los Consejos Autónomos y con las Juntas de Buen Gobierno, o sea con las autoridades autónomas—: la renuncia a hegemonizar y homogeneizar la sociedad. Nosotros no pretendemos un México zapatista, ni un mundo zapatista. No pretendemos que todos se hagan indígenas. Nosotros queremos un lugar, aquí, el nuestro, que nos dejen en paz, que no nos mande nadie. Eso es la libertad: que nosotros decidamos lo que queremos hacer.
No solo no es expansionista, sino que además, siguiendo su normativa, es el último recurso, ya que antes de entablar cualquier lucha armada, hay que pedir primeramente la entrega o rendición incondicional del enemigo. Actitud que muestra a las claras esa concepción instrumental de la lucha armada, no como un fin en sí mismo, ni como medio prioritario de llegar a ningún objetivo. De hecho, es la vía pacífica la que siempre han propuesto como predilecta para alzanzar sus fines, aunque su surgimiento fue como ejército, y esta denominación sigue siendo hoy en día su nombre, los enfrentamientos armados duraron apenas dos meses, y fueron de intensidad desigual. En estrecha relación con su concepción del poder, escriben que “Todos estos ladrones de la esperanza suponen que detrás de nuestras armas hay ambición y protagonismo, que esto conducirá nuestro andar en el futuro. Se equivocan. Detrás de nuestras armas de fuego hay otras armas, las de la razón.”
Por lo tanto, vemos una lucha armada comenzada de forma democrática y popular, cuya existencia se condiciona a la aparición de formas pacíficas de alcanzar sus objetivos. El uso de la violencia es siempre el último recurso y su actuación se llevará a cabo sólo con el beneplácito de las personas que habiten ese lugar, para que después ellas mismas instauren el gobierno que prefieran. Las últimas intervenciones armadas de las naciones occidentales no solo no gozan de la aprovación de los ciudadanos, tal como demostraron las manifestaciones contra la Guerra de Iraq, sino que se llevan a cabo principalmente por motivos económicos y de geopolítica estratégica.
III.II.III) El lenguaje y el silencio
Hablamos la unidad incluso cuando la callamos. Bajito y lloviendo nos hablamos las palabras que encuentran la unidad que nos abraza en la historia y para desechar el olvido que nos enfrenta y destruye. (...) La flor de la palabra no muere, aunque en silencio caminen nuestros pasos. En silencio se siembra la palabra. Para que florezca a gritos se calla. La palabra se hace soldado para no morirse en el olvido. EZLN, Cuarta Delcaración de la Selva Lacandona.
Todos estos cambios en la concepción del poder, están profundamente asociados a un cambio de perspectiva provocado por el diferente análisis de la realidad. Y este análisis es nuevo porque se ven obligados a analizar la situación indígena con otros conceptos, lo que lleva a un cambio en el lenguaje de análisis. Se ve una clara evolución desde sus primeros escritos, donde los comunicados utilizaban un lenguaje muy de izquierdas anclado en la tradición marxista[5]. Por lo tanto, conciben a los indígenas como una clase social, como una clase oprimida por los opresores del gobierno. El problema, nuevamente, se concibe en un principio dentro del marco del socialismo obrero ortodoxo. Pero esta aplicación de ideas izquierdistas prefabricadas a un contexto tan diferente, pronto dejan paso, tras el encuentro con la verdadera realidad de los indígenas, a una comprensión más inclusiva y más amplia de la situación indígena. Efectivamente esta situación no podía ser descrita ni solucionada bajo los términos del obrerismo ortodoxo. Por ello el lenguaje pronto cambió, mutó hacia una descripción sencilla pero profunda de una realidad que los indígenas llevaban viviendo más de 500 años con la llegada de los colonizadores, y esa descripción, era también una denuncia y una exigencia. Su problema no se sitúa en las fábricas, no puede entenderse como una apropiación de la plusvalía u otro tipo de explotación laboral. Su problema real era su invisibilización y la de sus problemas, la expropiación de las tierras que necesitaban para cultivar su sustento, de la degradación del medio ambiente, de la selva que les da cobijo, agua y comida.
El lenguaje se tornó, por tanto, sencillo. Cualquier persona puede leer un comunicado del EZLN y entenderlo. Todo el lenguaje técnico, de análisis social de la izquierda, desaparece. Y por contradictorio que parezca, esto hace a sus comunicados más profundos, más claros y evidentes. A su vez, se tornó más lírico, más poético, algo que no deja de sorprender incluso hoy en día, pues hasta el zapatismo, la denuncia social, las propuestas y exigencias políticas se habían formulado siempre en un lenguaje que se ceñía a esos análisis académicos, a términos jurídicos, a referencias a las constituciones, las leyes, los derechos y los deberes expresados en declaraciones oficiales y cartas magnas. Este lenguaje más poético, lejos de sustraer la atención de los conceptos y problemas clave, consige finalmente centrarse en los problemas más significativos. Y una de las formas que más han utilizado y que más ha conseguido este efecto, ha sido el uso de antónimos o conceptos opuestos (al menos en las mentes occidentalizadas). Este juego de antítesis se ha hecho también muy conocido, pues encierra en breves frases o pocas palabras, ideas muy potentes. Algunos ejemplos de esto son el “mandar obedeciendo”, la alegoría del “Ya no morirán jamás los muertos nuestros”[6], haciendo referencia a que no olvidarán la historia de la que son resultado, el silencio como arma, y el hablar o comunicar callando, el pelear no peleando, y otros tantos ejemplos presentes en todos sus textos.
Otra forma de denuncia y de declaración alejada de esta dinámica política tradicional es el uso de los cuentos o historias breves. Hay muchas firmadas por el EZLN, unas más largas que otras, pero todas con gran contenido político y social que muestran una cosmovisión diferente, o que cuentan la historia del EZLN en sus días de organización en la Selva Lacandona, y sus encuentros con las comunidades indígenas y cómo esto cambió su forma de entender la política y la situación.
Otros términos, no menos clásicos, eran contínuamente mencionados en textos y entrevistas del conocido como Subcomandante Marcos; los de justicia, democracia y libertad. Estos términos acompañaron sus comunicados hasta el final, tal como la cita anterior demuestra. Aún así, estos términos también parecen haber ido cambiando a lo largo de los años, no en su formulación pero sí en su referente, pues a lo largo del tiempo se han ido matizando, de manera más o menos explícita, lo que estos conceptos significan para los zapatistas. La democracia, pues, sería aquel gobierno que manda obedeciendo, es decir, que lleva a cabo las exigencias del pueblo, de los ciudadanos. Creo que no hay idea más alejada que esta a la democracia representativa occidental. Por su parte, la libertad está ligada al concepto anterior de democracia, esto sería, la libertad de autogobierno; “Nosotros queremos un lugar, aquí, el nuestro, que nos dejen en paz, que no nos mande nadie. Eso es la libertad: que nosotros decidamos lo que queremos hacer.” Junto a la democracia y la libertad llegaría la justicia, porque un buen gobierno ha de ser obligatoriamente justo. Y en cuanto a la concepción de justicia de los zapatistas, me gustaría recordar la sentencia que hacen a Absalón Castellanos Domíngez, General de División del ejército nacional, que después de ser encontrado culpable de asesinato, violación, robo de tierras, secuestro, encarcelamiento y tortura a miembros de las comunidades indígenas, es condenado a “cadena perpetua, haciendo trabajos manuales en una comunidad indígena de Chiapas y a ganarse de esta forma el pan y medios necesarios para su subsistencia.” La sentencia es llamativa en sus propios términos, pues no se le condena a cárcel, ni se fusila, asesina, desaparece o tortura, tal como el mismo ha hecho con muchos miembros de las comunidades indígenas que en ese momento lo juzgan en juicio popular (y en cierto modo tal como haría la justicia tradicional occidentalizada allí donde existe la pena de muerte o la cadena perpetua). Muy al contrario, la sentencia lo obliga a vivir como esos indígenas lo hacían; ganandose el pan con el trabajo de sus propias manos. Pero lo más curioso, viene a continuación, con el quinto punto del juicio popular que reproduzco íntegro por ser muy significativo;
Como mensaje al pueblo de México y a los pueblos y gobiernos del mundo, el Tribunal de justicia Zapatista del EZLN conmuta la pena de cadena perpetua al señor general de división Absalón Castellanos Domínguez, lo deja libre físicamente y, en su lugar, lo condena a vivir hasta el último de sus días con la pena y la vergüenza de haber recibido el perdón y la bondad de aquellos a quienes tanto tiempo humilló, secuestró, despojó, robó y asesinó.[7]
Otro aspecto que se adelantó años con respecto a occidente, fué en el aspecto del tratamiento de la igualdad de género y edad en el lenguaje. Evidentemente esto es consecuencia de un análisis y una realidad anterior de la que tomaron profunda conciencia los zapatistas. Desde un primer momento los escritos se dirigen siempre a hombres, mujeres, jóvenes, ancianos y niños. No se hace discriminación de edad ni de género. Esto mismo tiene su reflejo en el reconocimiento y nombramiento de pueblos, lenguas, comunidades o personas. En la Cuarta Declaración de la Selva Lacandona, el párrafo más extenso se dedica a nombrar todas las lenguas indias de la zona de Chiapas y México que han tomado contacto con el EZLN. Esto tiene el sentido de visibilizar e igualar. Un ejercicio que parece sencillo leído en los textos zapatistas, pero cuyo debate sigue llenando hojas, libros y artículos en la academia occidental de hoy en día.
He dejado para el final el tema de los silencios. Quien conozca la trayectoria zapatista sabe que los silencios son una parte importante en su hacer política. Sus palabras son sus armas, pero también lo son sus silencios. Otra antítesis bien conocida que sobre todo se manifiesta en la IV y V Declaración de la Selva Lacandona. En esta última, escriben;
los zapatistas hicimos del silencio un arma de lucha que [el gobierno de los poderosos] no conocía y contra la que nada pudo hacer, y contra nuestro silencio se estrellaron una y otra vez las punzantes mentiras, las balas, las bombas, los golpes. Así como después de los combates de enero de 94 descubrimos en la palabra un arma, ahora lo hicimos con el silencio. Mientras el gobierno ofreció a todos la amenaza, la muerte y la destrucción, nosotros pudimos aprendernos y enseñarnos y enseñar otra forma de lucha, y que, con la razón, la verdad y la historia, se puede pelear y ganar... callando.
Dejando de lado los resultados reales que tuvo esta respuesta silenciosa, o los beneficios para unos y para otros. Lo cierto es que no se me ocurre nada más alejado de la idea de la política occidentalizada que el silencio. El silencio político en occidente se interpreta directamente como una derrota, como un no tener argumentos ni nada que decir. Por ello prolifera lo contrario; opinar, criticar y afirmar sin demasiado conocimiento de causa en muchas ocasiones. Enrique Rajchenberg y Catherine Héau-Lambert proponen que el origen de esta concepción en el contexto occidentalizado, se encuentra en la biblia;
En la tradición bíblica, la palabra es el principio de todo lo que existe. Por ello, el silencio se considera igual a cero puesto que parece negar la autoridad divina que insufla la vida. Según san Juan, “En el principio la Palabra existía y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe”.
En cambio, en la tradición cultural maya, el silencio se concibe como matriz de lo que está por venir, antecede a la historia de los dioses. Si bíblicamente la palabra es fundadora, en esta tradición lo es el silencio. (Rajchenberg, E. Y Héau-Lambert, C., 2004)
Estos silencios suponen una crítica directa al poder; la palabra por mucho pronunciarse y nunca cumplirse termina vacía de sentido y significado. Los zapatistas dieron la vuelta a ese silenciamiento del que habían sido víctimas durante más de quinientos años para convertirlo en un arma, para dejar al gobierno hablando solo. Rompen por tanto con esa dicotomía del que cree que si es insultado, ha de devolver insultos mayores y terminan por desconcertar a un poder político que no sabe a que atenerse a continuación, o qué otra respuesta dar. Los zapatistas consiguen de esta manera que el silencio acuse, denuncie, descubra y deje en evidencia. Consiguen, por tanto, que su silencio termine por hablar.
[1] Fragmento perteneciente a la “Declaración de la Selva Lacandona”, firmada por la Comandancia General del EZLN en 1993.
[2] El AMI es un tratado comercial que pretende dotar a las empresas de más derechos y menos deberes cuando invierten en el extranjero, dotando del poder absoluto de decisión a las empresas a la hora de elegir e instalarse en un lugar, sin tener que contar con el consentimiento de los gobiernos locales. Las negociaciones se truncaron en parte por las grandes manifestaciones mundiales que se organizaron para protestar por el acuerdo en octubre de 1998.
[3] “Este último [el racismo epistémico] opera privilegiando las políticas identitarias (identity politics) de los blancos occidentales, es decir, la tradición de pensamiento y pensadores de los hombres occidentales (casi nunca incluye las mujeres) es considerada como la única legítima para la producción de conocimientos y como la única con capacidad de acceder a la “universalidad” y la “verdad”. El racismo epistémico considera los conocimientos no-occidentales como inferiores a los conocimientos occidentales” (Grosfoguel, 2007:38)
[4] Palabras del Subcomandante Insurgente Marcos a la Caravana Nacional e Internacional de Observación y Solidaridad con las comunidades zapatistas. Caracol de La Garrucha, 2 de agosto de 2008.
[5] En la Segunda Declaración de la Selva Lacandona se puede leer “(...) esta revolución no concluirá en una nueva clase, fracción de clase o grupo en el poder (...) sino la confrontación de sus propuestas políticas con las distintas clases sociales (...)”. Aunque no muy presentes, todo este tipo de alusiones a la clase, desaparecerán con el tiempo.
[6] V Declaración de la Selva Lacandona, el párrafo completo dice así; “ Vimos que ya no pudieron mantener callados a nuestros muertos, muertos hablaron los muertos nuestros, muertos acusaron, muertos gritaron, muertos se vivieron de nuevo. Ya no morirán jamás los muertos nuestros. Estos muertos nuestros siempre nuestros y siempre de todos los que luchan”.
[7] Palabras del Subcomandante Insurgente Marcos a la Caravana Nacional e Internacional de Observación y Solidaridad con las comunidades zapatistas. Caracol de La Garrucha, 2 de agosto de 2008.
[8] En la Segunda Declaración de la Selva Lacandona se puede leer “(...) esta revolución no concluirá en una nueva clase, fracción de clase o grupo en el poder (...) sino la confrontación de sus propuestas políticas con las distintas clases sociales (...)”. Aunque no muy presentes, todo este tipo de alusiones a la clase, desaparecerán con el tiempo.
[9] V Declaración de la Selva Lacandona, el párrafo completo dice así; “ Vimos que ya no pudieron mantener callados a nuestros muertos, muertos hablaron los muertos nuestros, muertos acusaron, muertos gritaron, muertos se vivieron de nuevo. Ya no morirán jamás los muertos nuestros. Estos muertos nuestros siempre nuestros y siempre de todos los que luchan”.
[1] [10] El texto íntegro lleva por título “CONCLUSIONES DEL JUICIO POPULAR seguido para establecer responsabilidad del señor general de división Absalón Castellanos Domínguez.”